Madeira posee una flora exótica que hace de sus jardines -muchos en antiguas mansiones de ingleses mirando al mar- lugares únicos, mestizaje de la cultura portuguesa y de la vocación colonial de la isla. Jardines como el Botánico, la Quinta del Palheiro Ferreiro, la Quinta do Monte, la Quinta de las Orquídeas, la Quinta da Palmeria... evocan perfectamente este mundo de fusiones e influencias recíprocas.

La capital, Funchal, es un lugar delicioso en el que pasear y visitar su extenso patrimonio histórico-artístico, repartido entre sus plazas y calles adoquinadas. Además de su paisaje autóctono de bosques de laurisilva, sus carreteras bordeadas de agapantos y hortensias, sus canales de irrigación que recorren la isla -las levadas-hacen de la visita a la isla portuguesa una experiencia irrepetible. Su clima en constante primavera hace de la isla un lugar donde combinar el relax de la vacación con la experiencia de sus jardines y flora: un eterno y secreto paraíso.